El final Caravaggio
Fuera cual fuese su exacto final, los últimos años de Michelangelo da Caravaggio fueron crispados y terribles. Según Baglione – el único entre los primeros biógrafos del Caravaggio que lo conoció en persona – el pintor lombardo murió de fiebres en una playa romana, en plena canícula, hacia sus 40 años. Desesperado, volvía de la desesperación de Nápoles, dónde unos sicarios lo habían herido hasta casi matarlo, y buscando el perdón papal por un crimen anterior, aunque casual quizá. Sin embargo lo más probable – hoy lo sabemos por documentos vaticanos desclasificados hace muy poco – es que Caravaggio hubiera sido asesinado por orden de los Caballeros de Malta (con quienes tuvo, en la isla, un no aclarado, pero sin duda gravísimo percance) quizá en el mismo Nápoles o ya camino de Roma, pero sin haber abandonado aún lo que entonces era un virreinato español.
Sus últimos lienzos – más sobrios y trágicos que nunca – serían con harta probabilidad, Salomé con la cabeza de San Juan Bautista (hoy en el Palacio Real de Madrid) y La Magdalena desmayada, conocido como La Magdalena Klain ( Museo de Bellas Artes, Marsella) que pinta el dolor de una mujer, con tal tensión en el rostro y el cuello que llega hasta la crispación nerviosa. Saturniano, sensual y violento ( como vieron los Wittkower en su célebre libro, Bajo el signo de Saturno) Caravaggio quiso vivir una libertad individual que la época no le concedía, ni aún siendo un pintor muy estimado. Fue un magistral revolucionario de la pintura, y uno de sus logros mayores – además de tenebrismo – es el haber retratado en lienzos de encargo ( cual era habitual) su propio estado de ánimo. Por ello conocemos su final desesperación y angustia. Caravaggio fue un Pasolini de su tiempo, menos intelectual y más artista.
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