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DON JUAN TENORIO Y JOSÉ ZORRILLA

En días tales como hoy o mañana (de culto a los difuntos) fue habitual muchos años poner o reponer en el teatro “Don Juan Tenorio” del poeta romántico, fácil y mágico al tiempo, José Zorrilla (1817-1893). Zorrilla nació en Valladolid y murió en Madrid (donde vivió más años) pero como todo romántico genuino -y él lo fue- entre amoríos, poemas y matrimonios fracasados, anduvo mucho en París, algo en Londres y luego once años en México, donde hizo de todo, hasta que el fugaz emperador Maximiliano I lo convirtío en poeta áulico de esa corte fugaz. “Don Juan Tenorio” (que Zorrilla vendió al editor, y que por ello le dio muy poco dinero, pese a su enorme éxito) se estrenó en Madrid el 28 de marzo de 1844 en el desaparecido Teatro de la Cruz. Como digo, fue un éxito enorme, agrandó la ya existente leyenda o mito de “Don Juan” y se convirtió en un grácil símbolo duradero del romanticismo dramático español. Zorrilla subtituló su “Don Juan Tenorio” , drama religioso y fantástico en dos partes. Yo me sé y me sabía desde adolescente muchos fragmentos de memoria. Aunque “Don Juan Tenorio” tiene cientos de ediciones, y algunas muy bellas, la primera (que nunca he visto) sé que es muy humilde, y fue un tiempo rechazada por algunos bibliófilos. Ahora es una pieza más que difícil. “El Tenorio” (como se dijo a menudo) parte de la creación del mito de Don Juan, con “El burlador de Sevilla y convidado de piedra” (1630) de Tirso de Molina, que seguirá con Molière, Mozart (y el libreto de Da Ponte) y que tiene una cumbre -otra- en el hoy añorado “Don Juan Tenorio” de Zorrilla, para el que Dalí llegó a hacer unos espléndidos decorados. Yo vi a Dalí en Madrid viendo “El Tenorio” de Zorrilla en estas fechas, acompañado de dos chicas modelos. Fue en 1967.  Poeta en honor de Larra (1837), romántico pleno en París, con Musset, Victor Hugo o Gautier, romántico aventurero en México, con un año oscuro en Cuba (1858) vinculado a una empresa esclavista, que quebró, Zorrilla es un poeta prolífico, gustoso y a veces fácil, que representa a maravilla -como su “Don Juan Tenorio”- una de las vetas, no Espronceda ni Bécquer, del romanticismo español. Autor de unas buenas y entretenidas memorias, “Recuerdos del tiempo viejo”, Zorrilla vivió sus últimos años un tanto delirante y colmado -entonces- de honores oficiales, entre ellos su coronación en Granada (a la que había dedicado un libro de versos en dos tomos, 1852) como “Poeta Nacional”. Zorrilla es un autor notable (en su modo) y su “Don Juan Tenorio”, que hoy echo de menos, entre ciertas vulgaridades anglosajonas, un dechado de encanto buído. ¡El Tenorio!


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