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Decadencias

“Diario de una vagabunda” (Una peculiar escritora japonesa)

Entre tantas malas, he aquí una buena noticia de la cultura española. Durante muchos años leímos literatura japonesa –y no mucha, era mera flor de exotismo- traducida básicamente del inglés. Desde hace años –y el fenómeno empezó por la poesía, la célebre y casi exagerada moda del haiku- existe en nuestro país una fértil escuela de niponología, uno de cuyos más activos representantes es el profesor Carlos Rubio, que –entre otras cosas- dirige  una colección en la gijonesa editorial Satori, que está mostrando la gran variedad y riqueza de una literatura que hasta hace poco conocíamos muy parcialmente. Y por supuesto (y desde hace tiempo) todas las traducciones se hacen deljaponés original. En este momento –y debe alegrarnos- traducir literaturas, por lejanas que sean, del inglés, se considera demérito.

Así nos van llegando, anualmente, no pocos autores “nuevos” u obras menos representativas de otros ya conocidos. Satori acaba de sacar (con prólogo de la profesora, Kiyoko Takagi, que vive en España, y traducción de Virginia Meza) un clásico de la literatura femenina del Japón del siglo XX: “Diario de una vagabunda” de Hayashi Fumiko (1903-1951). Fumiko       –que llegó a ser extraordinariamente popular y prolífica- había nacido en una familia muy humilde de vendedores ambulantes, y hasta bien entrados los años 20 no pudo dedicarse a la literatura, por lo que, bastantes años, llevó una vida sombría, triste, insatisfecha, que es la que cuenta en “Diario de una vagabunda” que, aparte algunos poemas dispersos, fue su primera y notoria obra. Su fondo es claramente autobiográfico y asistimos a las vicisitudes (e iras) de una mujer que tiene que hacer cualquier cosa para sobrevivir, y a menudo ayudar a su madre, siempre sin dejar la pobreza y los quimonos con remiendos. “Mi destino es ser vagabunda. No tengo una tierra natal.” Hay algo de naturalismo en esta sucesiva descripción de miserias –admiraba mucho al escritor y premio Nobel noruego Knut Hamsum, y su novela “Hambre”- que se quiebra por el modo y tono diarísticos del texto, ya que la sucesión dispersa y ordenada de fragmentos (el hilo es el propio discurrir de la autora) confiere al conjunto un aire esencialmente poético, dentro de una sencillez llena de fuerza, porque notamos el rugir de las entrañas… Protegida –mal- por hombres que la abandonan, vendedora o zurcidora, Hayashi Fumiko se acerca también al mundo bohemio de los escritores de Tokio, en ese momento, dominado por tendencias socialistas o anarquistas. Ella opina que una pobre no puede tener otra ideología que la pobreza, lo que –si se piensa- es más subversivo.  “Diario de una vagabunda” abarca capítulos que van de 1923 a 1927. Se publicó primero por entregas de periódico, y en forma de libro en 1930, dando a la autora (siempre frágil e insegura) enorme notoriedad. El libro se llevó al cine y al teatro y hasta tuvo continuación, pero el verdadero es el original, el ahora traducido, aunque la autora diga en un prólogo posterior: “ahora me produce un sentimiento de insatisfacción”. Escribió mucho (pese a morir del corazón con 48 años) y muchos dicen que su novela mejor es “Nubes flotantes”. Pero es esta íntima historia de miseria y tenacidad la que sigue marcando a esta singular autora.


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