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EL BRILLO (Poema inédito)

EL   BRILLO

 

Es brillante y bello, óyeme, lo que me acaban de contar dos

jóvenes amigos esplendentes…

Ahora, en el húmedo calor de Barranquilla (estamos en diciembre)

salen a dar una vuelta y divertirse,

y el sol se refleja en su piel dorada.

Es hermoso, la ternura de cualquier amor

que debajo o encima

de muchas y benditas pulsiones sexuales,

se acoge al íntimo cuidado del cariño…

Sí, en esta vida desastrosa, hay momentos de ramas verdes

y de lirios azules…

Pero si yo quiero recordar (recobrar) el fulgor

debo irme a las antiguas y muy lejanas noches

de principios de los años 80 y allí

escoger el verano benigno

bajo los grandes árboles oreados de Recoletos,

cuando las terrazas no eran aún moda…

Y una bendecida noche de julio veo

una camisa de seda naranja

y una sonrisa tan perfecta y dulce, tan viva y joven

bajo los ojos como berilos móviles

y el cabello dúctil caído por la frente,

que el rayo del milagro me alcanza, me turba

y creo ya estar muerto en un mar de dulzura.

Se llamaba Juan. Ya no existe.

A la postre bajó demasiados sótanos oscuros,

pero eso ahora nada importa. Pues yo atrapo

sólo el momento en que se sentó junto a mí

y hablamos sin que su sonrisa y su magia

abandonaran el solar de la luna…

Rogué al dios desconocido:

Si algo he merecido o puedo merecer

vuelva a mí este fulgor, esta magia de blancos y naranja,

este don de ágata y de vida,

el cuerpo desnudo que será amante del agua…

No quiero ni me des más.

Estar eternamente bajo este fulgor, brillo caudal, hechizo.

La historia fue ancha y se deshizo.

La vida fascinante y roma arrambló con Juan enteramente.

Murió. No está. No sé si muchos lo recuerdan.

No hizo nada. Ser. Fulgir. Ensalmar.

Adiós, hijo de dioses fugitivos…

Dejemos lo demás para otro día.

Me basta hoy saber, esta noche de frío,

que si busco ser feliz un instante como nunca

debo recoger la luna de tu sonrisa estiva

y bañarme en el oro de tu piel nocturna…

Es un instante corto de fulgor y luz. Y no hay más. Cabello al viento.

La vida seductora y sucia. Nada otro.

Muchachos hermosos de Barranquilla, dulces,

llevadme para siempre y nunca con vosotros.

 

 

 

 

 

 

 


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