BERNARDO ARIAS TRUJILLO Y “POR LOS CAMINOS DE SODOMA”
Creí que oí por primera vez el nombre de este colombiano tantos años olvidado o preterido, allá en su tierra hacia el año 2003. Entonces me dijeron quién era pero nada suyo parecía disponible ni lo estaba. Fue un hombre apasionado por la política y la acción, huraño o enfadado a veces y un homosexual (que como tantos aún en su época) estaba condenado, en el mejor de los casos, a una doble vida. Bernardo Arias Trujillo nació en Manzanares -en el departamento de Caldas- en 1903. Y muy probablemente se suicidó en Manizales (la ciudad que queda frente al Nevado del Ruiz) en 1938. Había escrito en periódicos y había vivido como diplomático sin sueldo en Buenos Aires, la gran metrópolis del momento, buscando en el mundo del puerto muchachos y drogas. Porque Arias Trujillo fue politoxicómano y su muerte pudo deberse a una sobredosis (se dice que voluntaria) de morfina. Arias Trujillo tenía 34 años al morir. Su sobrino Lucio Michaelis publicó en 1990 una muy corta edición de “Por los caminos de Sodoma” -1932- la novela más
conocida de su tío, pero mantuvo el pseudónimo del original rioplatense, “Sir Edgar Dixon”. Fue mucho después (en 2013) donde gracias a una anuncio vi que el sobrino había editado en Colombia y ya con el nombre del autor, la obra completa en tres tomos de Bernardo Arias Trujillo. La compré -incluso traía un breve saludo del referido sobrino- y entonces tuve real acceso a esa obra que tanto me había tentado en vano. Y eso que la tirada del conjunto seguía siendo reducida. Leí primero “Por los caminos de Sodoma” -originalmente editada en Buenos Aires- porque creo (también ahora que la he releído) que es uno de los mejores textos
de esa llamemos “prehistoria” de la novela de tema gay en español. Quizá la mejor con “Pasión y muerte del cura Deusto” del chileno Augusto d’Halmar, novela editada en Madrid (bajo las relativas libertades de la novela galante) en 1924. En Buenos Aires, Arias Trujillo conoció a García Lorca y tuvo con él una breve amistad. Por eso sintió más la trágica muerte del español, al enterarse de ella en 1936. Se dice que en la Ciudad del Plata, Arias Trujillo llevaba -en parte- junto a sus aires dandis, una vida “rodeado de gente muy especial: muchachas milongueras, pederastas, morfinómanos, poetas y pintores”. Allí escribió y publicó con
el dicho pseudónimo inglés, “Por los caminos de Sodoma . Confesiones íntimas de un homosexual” en 1932. La novela de elegante estilo (con deudas, a la vez, con la modernidad y algunas de sus imágenes y con la opulencia del estilo modernista,ya casi viejo pero muy bello a menudo) narra la historia, llena de atrevimientos y pudores, del joven David -la acción se supone en Buenos Aires- que busca, con mucho de tragedia y sentimiento de culpa, la realización de amar a un bello adolescente, al modo griego, lo que hallará -para su gozo y desgracia- en un muchacho que trabaja de trapecista en un circo, espectacularmente hermoso, Charles Evans, que consiente y que al fin huye con David, entre el esplendor y la tragedia. No contemos el final. Basta recordar que las novelas gays de la época (y
esta tiene momentos atrevidos) siempre tienen el lado lastimero y trágico de quienes era -y lo eran- víctimas, pero la novela de Arias Trujillo es muy notable, como el poema que escribió por entonces, “Canción a Roby Nelson”, que es un golfillo de puerto. Escrita en 1933, el final de la “Canción” me estremece: “En mis noches paganas de crisis voluptuosas,/ en los hondos naufragios de mi fe y mi dolor: / Yo te pido como antes solamente dos cosas:/ Un gramo de heroína y dos gramos de amor!.” Además de esta novela en verdad notable (pero recordemos firmada con pseudónimo) Bernardo Arias Trujillo publicó algunos poemas, dos libros de ensayos varios -no falta el tema político- como “Diccionario de emociones” (1934) o algo antes “En carne viva”. Pero la que se consideró su mejor obra fue la novela “Risaralda. Película de negridumbre y vaquería” de 1935, donde cuenta la vida de una comunidad de negros llevados a ese lugar (Risaralda) de Colombia. Existen hoy en su país muy bellas ediciones de este libro. Además tradujo y prologó Arias Trujillo “La balada de la cárcel de Reading” de Oscar Wilde, que se publicó en septiembre de 1936. En agosto de 2015, en una librería de viejo de Bogotá, tuve la suerte de hallar un ejemplar dedicado por el traductor de este obra, también de tirada reducida.(100 ejemplares).
Evidentemente queda mucho por decir de este singular Bernardo Arias Trujillo, algo anticuado y rabiosamente refinado y nuevo. Es con el poeta Porfirio Barba Jacob (1883-1942) del que hice hace años una antología, “Rosas negras” en Renacimiento, el otro gran adelantado de la literatura buena de tema gay en Colombia. La pequeña y bien editada Amistades Particulares acaba de sacar la primera edición en España de “Por los caminos de Sodoma”. Un clásico ya, sin duda, de lo que fue heterodoxia, y acaso no haya dejado aún de serlo, pese a muchos cambios en general positivos. Recomendada queda: modernista y moderna, sin fisuras.
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