Andy Warhol. Entrevistas.
Edición de Kenneth Goldsmith. Trad. Ferran Esteve. Blackie Books S.L.U. Barcelona, 2010. 559 págs.
Este tomo (bien prologado y planteado) recoge treinta y siete entrevistas -alguna inédita- de las miles que se hicieron a Andy Warhol (1928-1987) a lo largo de su muy famosa vida, es decir, entre sus rupturales inicios como pintor “pop” en 1962 y poco antes de su casi inesperada muerte, tras volver de Milán, donde había expuesto en una muestra homenaje y recreación frente a Leonardo.
Por supuesto hay entrevistas de todo percal, pero quien varía muy poco (al final suele ser algo más expresivo) es el entrevistado, a ratos ocurrente, pero generalmente huidizo, tímido o como desinteresado de la entrevista, lo que el editor interpreta como una habilidad de Andy para jugar con el entrevistador o darle la vuelta al papel de entrevistado. En cualquier caso lo que sale a relucir es un personaje raro, aparentemente nada engreído,al que casi todo parece darle igual, y un ser a caballo ambiguamente entre las motivaciones intelectuales que algunos le buscaban y que él negaba siempre. Warhol fue un enorme moderno porque entendió el todo para todos, y él mismo se quiso situar en la nada o en la confusión que resultaría del “Popismo”, como tituló uno de sus libros, menos brillante que “Mi Filosofía de A a B y de B a A” (1975). Casi todas las frases célebres de Warhol -muchas más entendibles en su contexto- salen de ese libro o de las entrevistas que concedía, generalmente en la “Factory” con aparente facilidad pese a asegurar que no le gustaba el género. Las contradicciones de Andy son uno de los encantos del personaje.
Hay dos momentos ( o tres) muy claros en Warhol y estas entrevistas los recogen y comentan: Sus años de fama como pintor pop y creador de cine “underground”, es decir los años 60 y primeros 70, sin duda su gran etapa como creador compulsivo, exitoso y controvertido, recuérdese el escándalo de su película a dos bandas “Chelsea Girls” (1969) o los cuadros con Marilyn y las latas de sopa Campbell. Su etapa de los años 70 (sobre todo finales) como gurú de la moda y personaje de la movida neoyorquina, a la vez marginal, chic y glamuroso -la etapa de “Studio 54” y de las múltiples fiestas y famosos- aunque él siempre dijo no haber probado las drogas que lo rodeaban. Y su época final, que sin abandonar el carisma del personaje muy mediático (pero también muy humilde) vuelve a la pintura y habla algo más de arte, aunque -muy pop- todo le gusta. Creo que no hay una palabra contra nadie.
En medio del personaje enigmático, católico algo oculto, homosexual casi casto y amante de los chicos guapos (como compañía) y de las “drag-queens”, aquellas frases que le han llevado a la posteridad y que sonaron raras y modernas, la mayoría dichas en los años 60: “Creo que todo el mundo debería ser una máquina”, o “En el futuro todo el mundo será quince minutos famoso”, sin olvidar otras más cercanas como “No quiero que mi arte tenga un estilo” o “Creo que las películas deberían responder a intereses lascivos”, sin olvidar otra muy final. Le preguntan si se mira al espejo y contesta: “No. Es durísimo mirar el espejo. No se ve nada.” En todas ellas (si sabemos indagar en el personaje) no sólo está Warhol al completo sino su uso y teoría del arte pop. Pero algunas entrevistas pueden ser muy repetitivas, sobre todo cuando Andy contesta lo que le preguntan, dice sólo “sí” o “no”, o da la vuelta al papel. Así que permítanme recomendarles tres o cuatro. Si se le quiere oír hablar de arte hay que ir la 34. Si se le quiere ver en banal cháchara (que le gustaba) léase la 36. Si se busca un Warhol algo obsceno -lo que es raro- la 30, hecha durante una cena con William Burroughs. Y el Andy de sus inicios creativos (el más fresco y tímido) puede hallarse desde la entrevista 1 hasta la 21, con excepciones. El inicio es pop warholiano puro: “Pregunta: ¿Qué es el arte pop?. Respuesta (de Warhol) : Sí.”
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