ALBERT CAMUS, INELUDIBLE.
Creo que fue Albert Camus el primer autor francés moderno (lo empecé a leer en 1967 o 68) que en verdad me emocionó, más allá de los clásicos, de los simbolistas o de los surrealistas después. Albert Camus (1913-1960) fue un autor brillante y precoz, siempre un tanto disidente o mejor, personal. Nacido en Argelia -colonia francesa- en Mondovi, sus padres eran trabajadores franceses -los llamados “pieds-noirs”, aunque su madre era de origen español. A esa circunstancia, aunque ni mucho menos lo explique todo, se pudiera deber el interés que Camus sintió siempre por España y su cultura y el hecho de que conociera bien nuestro idioma. De hecho, Camus tradujo y adaptó para el teatro a dos de nuestros clásicos, “La devoción de la Cruz” de Calderón en 1953 y “El caballero de Olmedo” de Lope de Vega, en 1957. Aparte, y aunque ello entre en la sentimentalidad de un hombre que se casó varias veces y fue muy mujeriego, se considera que María Casares (gran actriz en Francia, española de nacimiento) fue el gran o más constante amor de su vida.
Camus se educó y estudió en la Universidad de ese Argel, francés todavía. En periódicos argelinos -en francés- se estrenó como periodista ya en 1932. (en “Sud” por ejemplo). Camus sintió siempre que Argelia era otra Francia (le desgarró la guerra de independencia, cuyo final no vio) aunque nunca dejara de denunciar los excesos de la colonización gala, por ejemplo en la crónica “La miseria de la Kabylia” que fue finalmente prohibida. Afecto unos años jóvenes al Partido Comunista Francés (entre 1935 y 1938) lo dejó por disgusto ante su autoritarismo censor. Si la censura estaba mal en la derecha, también -o peor aún- en
la izquierda. Futbolista, nadador y ocasional boxeador en su juventud, Camus fue un gran escritor (ensayista, novelista, dramaturgo) al que no sólo le preocupaba la buena literatura, sino lo que se decía. Desde 1940 vivió en Francia cuando ya había publicado su primer libro, “Noces” (Bodas) en 1938. Tuve la suerte de leer en un mismo tomo de Le livre de poche, dos obras algo líricas, llenas de pensamiento, relato y vida: “Noces suivi de L’Été”. La segunda “El verano” se había publicado en 1954. Y Camus escribe allí (traduzco): “En la profundidad del invierno he aprendido finalmente que dentro de mí existe un verano invencible”. Qué bello título sería “Un été invencible” ! Miembro de la Resistencia, del diario “Combat” ( con su amigo Pascal Pia) Camus será (con sus en un tiempo
íntimos, luego rompieron por razones políticas, Sartre y Simone de Beauvoir) uno de los cabeza de fila del triunfante existencialismo, y le atribuía también -no le gustaba en exceso- ser un autor del absurdo. Lo obvio es que la bella literatura de Camus tiene mucho de pensamiento, por lo que puede ser un novelista singular, hondo, desde su primera novela “L’étranger” (El extranjero) de 1942 hasta ” La caída” de 1956, pasando por “La peste” de 1947. No se puede olvidar dramas como su singular “Calígula” (1944) o después “El malentendido” del mismo año. Pero para otros, el gran Camus -siempre en los periódicos, además- está en espléndidos ensayos como “El mito de Sísifo” (1942) y sobre todo -obra magna- “L’homme revolté” (El hombre rebelde) de 1951. Personaje de una izquierda disidente con la propia izquierda, hombre que sufrió la cruel guerra de Argelia, es sobre todo un hombre libre. El 4 de enero se
cumplieron sesenta años de su muerte, en un terrible accidente de coche en Villeblevin -en Borgoña- en 1960. Camus tenía sólo 46 años, pero ya había recibido el premio Nobel (uno de los más jóvenes) en 1957. Su discurso de recepción se lo dedicó a uno de sus viejos profesores en la Universidad de Argel, esa patria que no vio separarse finalmente de Francia, tras un serio conflicto.
No es que a mí (educado mucho en la cultura francesa de entonces) me llegara afortunadamente temprano, es que Albert Camus fue un talento de escritura imprescindible. Y un hombre que nos quiso. Su hija publicaría algunas obras póstumas, aunque siguen siendo las que publicó él las que más nos cautivan.
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